

Cuando llegaba el calor de diciembre todas las playas y rincones de veraneo de Uruguay eran invadidos por familias argentinas enteras con sus correspondientes adolescentes preciosas y supercreídas (“repilladas”). Yo apenas me podía contentar con mirarlas y soñar con acariciar esa piel superbronceada y superargentina. Además de feo yo era en extremo tímido. Mi único escape, además de las pajas, eran las cartas. Cartas con argentinas que nunca me verían la cara, seguramente me me imaginarían como un príncipe charrúa azul que les escribía cosas hermosas.
Los tiempos han cambiado mucho, ya no soy tan feo, ni tan tímido y ya no me gustan las argentinas.
Ahora escribo un blog para que me lean todos
y lo que espero ansioso cada día
es el nuevo post de Krisol.
6 comentarios:
Me caen muy bien los argentinos, y tú lo sabes CHe, pero me alegro infinidad de que ahora te guste yo, que no lo soy pero que puedo poner el acento de Viggo. Me gusta que estés conmigo. Aquí, ahora y siempre.
si, Punta del Este, Piriapolis, La Paloma, Cabo Polonio, Atlántida, El Pinar, Las Toscas, Valizas, La Pedrera, Jose Ignacio... Kms de argentinas
Cris: el acento de Viggo lo hago mejor yo, ya lo sabes...
Vivan los gallegos, los argentinos, uruguallos y por qué no los italianos!!
Rita
Que vivan los argentinos!!! pero que vivan lejos por favor, lo más lejos posible....
Así que la antiblog por antonomasia ahora se pone a postcomentar... veo que pronto te harás uno... ji, ji, ji. DÍAS CONTADOS. Para veros.
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