01 marzo 2021

Ocho días



Lunes 21

Y entonces la muy rubia va y me dice “Me enervas con tanta positividad”. Yo la miré con cara de no entender de qué me hablaba. Bueno no sé qué cara puse realmente, pero me entendió. Que se había pasado. Y pidió perdón levantando la mano sin decir nada, que es la disculpa de los engreídos. De todas formas, cogí el móvil y atendí una llamada inventada y con la misma me volví a mi sitio. Realmente me cansa esto de los desayunos. Una pérdida de tiempo, 40 minutos de charlas que a nadie le interesan con gente que no interesa. Y encima, no soy libre de ventilar mi negatividad de lunes por la mañana. Que te den, Miss Felicidad,  a ti y a tu maravilloso, estupendo y ficticio fin de semana. Y ahora es cuando tu harías ese comentario redondo con el que empezaríamos a reírnos de mis rabias de lunes, la rubia y los desayunos estériles. Pero no. No estás. Entonces me estiro en el sofá y me pongo los cascos.


Martes 22

Abro el portátil, abro Spotify le doy al play y me meto en Tinder. Lola ha dejado un mensaje. La del tatoo-sol en la espalda. Se ve muy guapa en las fotos, se nota que las ha elegido cuidadosamente. “No busco nada, solo estoy aquí para asegurarme de que no me pierdo nada. No es necesaria sinceridad absoluta.” Me ha encantado su descripción, pero la he vuelto a leer varias veces y me ha dejado pensando. Y no me he atrevido a preguntarle. Podría ser una descripción muy trabajada o varias frases sin sentido para parecer interesante. Como si de pronto en un bar pone un cartel: “Café con leche ahora con azúcar”. Bueno no sé si es un buen ejemplo. “Estás por ahí?” dice. Y yo me voy a la cama. No le contesto, no estoy de ánimo. Cierro la app y queda solo la música. Y me quedo mirando el fondo de pantalla. Una de nuestras mejores fotos. Llena de alegría. Debería cambiarlo. Poner mi antiguo fondo negro. Era perfecto.


Miércoles 23

Me he traído el ordenador y la cerveza a la terraza. Siento a El Negrito acomodarse lentamente junto a mis pies, buscando la mejor posición. Apenas se puede mover apenas puede girar. Él no parece sufrir pero yo sufro viéndolo. Mi sicólogo dice que sufro porque me proyecto en él, que él no sufre tanto como yo viéndolo. Realmente sufro porque sé que queda poco. Y no quiero pensar. Pero pienso. Cojo el libro que está debajo de la mesilla. Píldoras Azules. Lo abro y leo la dedicatoria. Dos años exactos. Solo dos años. ¿Cómo pueden pasar tantas cosas en dos años?. Y ahora no logro que pasen ni los minutos. Miro el reloj de la pared, el segundero se mueve muy lentamente, como El Negrito. Como yo. Es tarde y apenas llega el sonido de una moto a lo lejos.


 Jueves 24

Salí de terapia con hambre de hamburguesa del VIPS. En la mesa de al lado. Una chica morena de pelo muy largo con un niño en brazo y frente a ella un chico bastante guapo. Me quedé mirando al niño. Era un niño muy feo, la verdad. El chico dijo algo como “que guapo tan gordito”, pero no sonaba totalmente sincero, la madre le hizo un gesto para que lo cogiera. Él dudó, pero lo cogió cuando la madre insistió. Pero cuando el niño se vio en nuevas manos, su carita se transformó y soltó agudos, solo perceptibles por perros. Lloraba con todas sus fuerzas. Me quedé largo rato observándoles. 

Era nuestro juego. Adivinar las historias que se nos cruzaban. Parecía una primera cita, incluso me atrevería a decir, que a ciegas, aunque el niño no me cuadraba para nada. ¿Quién lleva un niño a una primera cita? Pedí la cuenta y volví a casa en mi bici disfrutando de las calles semidesiertas.

 

Viernes 25

Cine Verdi, otra vez. Ese olor inconfundible. Me sentía extraña allí sola, pero tenía que cruzar la línea. Pequeñas mentiras sin importancia. En París sin cambiar de barrio, decías tú. Mi mano busco tu pierna y se quedó acariciando la butaca. Cuando aparecieron los créditos del final me quedé un rato mirando la pantalla, sin secarme las lágrimas. Sintiendo como se deslizaban por mis mejillas. Tal vez necesitaba este momento mucho más de lo que pensaba. Me quedé sola en la sala.


Sábado 26 

Rocío. 35 años. Quedamos directamente para las copas. Y fue una buena idea. Necesitaba una noche así, hablando y riendo como si nos conociéramos de toda la vida. Me arrastró a bailar cuando sonaron los primeros acordes de Boys Don't Cry. Y tuve que besarla. Es que esa canción me encanta, y el alcohol. Que siempre que me apoya en esas decisiones. Y sentirla tan cerca, y su olor. Sabes que tienes que hacerlo. ¿Por qué los tíos tardan tanto en besarnos? Bueno, son tíos.

Las niñas somos diferentes. Y en el instante del beso volvió Isabelle. Como si estuviera esperando estos 2 años para volver. Aunque aquel beso de primeras con Isabelle, fue extraño, confuso, me besó y me quedé mirándola pensando ¿Qué coño haces? No me lo esperaba. No me esperaba eso de mí. 

Anoche todo fue natural, incluso ya en su portal cuando las caricias ya no eran superficiales. Pero no pude subir a su piso. Me miró mientras me abrochaba la camisa, sin decir nada. Caminé sin rumbo pensando en las curvas que tiene la vida. Recordé a mi madre sentada en el sofá, cuando yo tenía 18 años, y me veía salir con mis ganas de fiesta. Cuídate, no seas tan egoísta. Son esas frases que te quedan grabadas para siempre.


Domingo 27

Lo malo de levantarse a las 2 de la tarde un domingo es que el lunes está a los pies de la cama mirándote. Y El Negrito se ha meado por toda la casa. Pero es mi Negrito y el único que siempre está conmigo.

No me apetecía ir a lo de Rubén, pero fui, necesitaba un poco de porteños lindos. Me encantan, pero a veces son tan cansinos con sus chácharas de mercadillo. Cardiólogos del alma, sicólogos del corazón. Tacto, oído, olor, los sentidos emocionales. Me voy a Argentina cambiando solo de barrio.  Che loca, ¿estás de viva qué no venís a vernos? Hace mil años que no encaras pa'casa de los pobres.  Si, es que al final me hacen reír y me lo paso bien. Otro aire. Viento del sur. Y Rubén, que siempre me devuelve el brillo a los ojos. Un bombón, made in Lanús. Con él descubrí que los argentinos siempre follan por amor, amor de toda la vida, o amor de una noche, pero amor. Me abraza y otra vez me siento una niña.


 Lunes 28  

Lunes falso, domingo duplicado. A veces te sorprendes descubriendo cómo has cambiado a través de las personas que se han cruzado en tu vida. Rubén, me atrapó con su mirada y su caja de música infinita. Hay cosas que no voy a olvidar. Mago de las palabras. Me hacía sentir viva, única, la frutilla del pastel. “Yo soy porque nosotros somos.” Me decía y me quedaba loca. Luego vinieron otros pero Rubén siguió ahí en mi piel, imborrable.

Muchos hombrecitos después, cuando ya creía que con 29 años lo sabía todo, me despierto en una cama diferente, más suave, pero más enredada. Isabelle. La cara B de un disco que nunca terminas de escuchar. Y me encantaba cruzar en rojo los semáforos y bailar con Paloma San Basilio y reíamos hasta caernos al suelo borrachas de alegría. La puta alegría que siempre dura lo justo.

Y ahora estoy aquí con el disco rayado. Y lo hago rodar, y se queda tambaleándose entre la cara A y B. Y yo me quedo mirando el sol que entra por el balcón. Cojo mi cerveza y me apoyo mirando la gente pasar. Ahora empieza el verano y apetece hacer la loca y no atarse. Libertad libertad . ¡Si! Me pongo el pantalón y me bajo a la terraza del Musaranya con El Negrito, los dos felices. Un libro, una cervecita y a no quemarse la cabeza con nadie. ¡Eso!

Miro a El Negrito que me mira con su cabeza apoyada en mi pie.

Cojo el móvil, abro el WhatsApp, no hay mensajes nuevos. Cierro el móvil y acabo la cerveza de un sorbo. Acaricio al Negrito y vuelvo a coger el móvil mientras mi cabeza encaja 2 piezas en un tetris imaginario ¿Rocío dijo que libraba los martes?

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