28 abril 2010

Maldito Calor

Pedro salió de su casa muy nervioso, sudando. Le faltaba su ducha rápida antes de irse a trabajar en el taxi. Pero no aguantaba ni un minuto más allí dentro. Esther, otra vez, le había sacado de quicio.


Llevaba casado con ella veintitrés años y era lo que más quería en el mundo. Sin embargo, las cosas, no iban muy bien últimamente. Ella pasaba cada vez más horas en el ordenador. Y aunque Pedro no tenía demasiada idea de aquellos mundos virtuales, que frecuentaba Esther. Sabía que había por allí, algo oculto. Oscuro. Y su ignorancia en esas cuestiones se convertía en impotencia.

14 abril 2010

La chica del bolso rojo.

Elena bebió el resto del cubata y miró al otro extremo de la barra. Pablo seguía allí. Ella lo había dejado hacía quince minutos con la excusa de ir al baño. Al salir ya no volvió con él, buscó su esquina inicial en la barra y se pidió otra copa. La conversación había sido demasiado previsible y anodina. Y necesitaba un descanso. De todos modos había varias razones para retomar la charla con él y llevárselo a la cama. Una de ellas y la que debería ser la más importante a la hora de decidir estas cuestiones químicas: que era lo suficientemente atractivo como hacerle olvidar al menos por unas horas, todo lo que le había pasado en sus últimos días en Barcelona.