22 abril 2014

Sofá


Apenas sonidos apagados indescifrables, el murmullo de alguna televisión, pequeños golpes. Un movimiento casi automático con mis pies y los escondo otra vez debajo de la manta. Me doy otra vuelta en el sofá y siento un libro clavándose en mi espalda. Deslizo mi mano por debajo de la espalda y lo quito. Todo por una chica. Lo dejo en el suelo al lado del tabaco. Me encanta esta sensación de espesura, este aire de sábado que parece que nunca va a terminar. Este espacio de tiempo de no hacer nada. Nada que me saque de esta oscuridad. El cuerpo relajado. La mente en cosas blancas sin importancia. Perder el sentido de donde estoy. Imaginarme en un sofá de otro piso, de hace años, cuando iba al instituto, con esos pelos raros que ni podía peinar. Sin ese fantasma del acecho del lunes. Había lunes, si, pero no había jefes mediocres, ni rutina de charla de café aburrida, ni gente fea y monótona Desagradables. Bueno, la nueva becaria de Marketing no está nada mal. Es una alegría con esos mini vestidos que me trae, aunque el viernes, con vaqueros y las converse tenía su punto también. Y se nos quedó una charla interesante por la mitad, ya veremos qué pasa, pero su sonrisas no mienten. La barba finalmente está dando sus resultados. Gracias prima. Lástima que al final no hubo cañas Ahora debería levantarme. Limpiar un poco antes de que venga mi compi. Creo que el móvil en algún momento ha vibrado o ha hecho el intento. Igual no viene hoy. Debería mirarlo. Había cena hoy o algo. Me apetece fiesta. Vuelve a vibrar, esta vez sí. De verdad. Solo un poco más. No quiero abrir los ojos. El fin. Un poco más. Quién sabe cuándo habrá otro sábado así. Es tan difícil tener un poco de tiempo para no hacer nada. ¿Porqué se valora tan poco el no hacer nada? Debería ser como hacer deporte, una hora de no hacer nada. Pero en este piso se hace muy difícil. Demasiada gente rondando. ¿Cuántas semanas que no tengo todo el sofá para mí? Debería buscarme un piso para mí solo. No tengo que esperar a los treinta. Veintiocho años también es un buen momento. Y no es que sean malas compañeras. Soy yo, que ya no estoy para este rollo de pisos compartidos. Necesito mi espacio. ¿Ayer fue trece o catorce? Trece. Si, hoy es catorce. Tengo que hablar con mi padre, que va hacer con el coche. Por ahí podría empezar a pensar otras alternativas.

Otra vez vibra el móvil y está ves abro los ojos y me siento en el sofá. Busco el móvil, no está en la mesa, ni en el suelo. Tiene que estar por aquí. Si, hundido en el sofá. ¿Como hacen los móviles para encontrar siempre eso huecos?


[4 mensajes nuevos]
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[Pedrito] 17:05
Yoru, al final hemos reservado a las 930,
en el Rias Baixas. Ponte guapo q viene
Raquel ;-)
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[Jorge R] 17:10
Nene, hoy la liamos, eh? Pasate por casa
antes d la cena y echamos unas partidas
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[María Piso] 16:59
Washi, viene mi amiga cordobesa el martes,
en ppio solo 1 noche, ya hable con Gaby.
Besicho.

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[Elena] 16:47
Loqui ¿cmo stas? ¿tdo bn? llamame porfa
q n tngo saldo y hablams
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Cogí un cigarrillo y el encendedor y salí al balcón. Me sorprendió un sol de primavera, casi de verano. Di la primera calada y me apoye en la barandilla, mirando la plaza casi desierta. Solo un personaje de camiseta negra casi gris y barriga de Cruzcampo afeaba el momento. Caminaba con paso tambaleante pero decidido y berreaba por el móvil. "Eres un hijo de puta. A mí no me vas joder, me entiendes?" No me hubiera gustado estar en la piel del otro. Ni en la del otro, ni en la de este.

Miro otra vez el móvil. Elena. Elena. Elena. Es la historia de nunca acabar. ¿Y ahora qué? Otra vez aparece de la nada, con sus mensajes misteriosos, su "no tengo saldo". No tienes saldo pero te quedaban 96 caracteres para explicar qué te pasa después de 4 meses sin decir nada. Al menos decirme para qué cojones quieres que te llame. No, no y no. Hoy no es el día. Hoy es día de fiesta con los colegas. Que hace dos semanas que no salgo de verdad. Y vendrá Raquel. Coincidimos en la fiesta en casa de Fabio, y la cosa iba muy bien pero no quise apurar, pensando que seguiríamos luego en algún bareto o algún plan así.

Pero se tenía que ir temprano y se quedó todo en dos besos y un "ya nos veremos en otra". Es muy, muy guapa, exactamente, exactamente del tipo de tías que me encantan. De las que no se enrollan con un paleto que le diga tres tonterías. Les gustan los tíos con clase, que sepan valorarlas, escucharlas, hacerlas reír. Sobretodo hacerlas reír. Pero también es verdad que cuánto más guapo es más fácil es hacerlas reír. Si tu eres guapo, no necesitas ni decirles nada. Te acercas las miras y ya se ríen. O les preguntas "donde está el baño?" y se ríen. Y si se ríen, ya tienes medio camino hecho. Si eres guapo no necesita ser listo ni ocurrente. Eso está claro.

Miro la pantalla del móvil, busco el último mensaje y llamo.

- Hola guapo! - contesta Elena, como si habláramos todos los días
- Hola... ¿que tal? ¿que es de tu vida?
- Bien, aquí vamos, qué haces?
- Pues aquí haciendo el perro.
- ¿Estás en casa?
- Si... aquí.
- ¿Qué haces hoy?
- Ni idea, estos irán a cenar pero no sé si me apetece mucho salir hoy.
- Ah, pues, ¿te apetece que me pase por tu casa?
- ¿Ahora?

Se hace un silencio y oigo varias voces

- Hola? Elena?
- Si si, estoy aquí, que me estaban hablando. ¿Me paso por tu casa entonces?
- ¿Cuando?
- Pues más tarde por la noche. Y así hablamos, que me tienes olvidada.
- Olvidada? Pero si te he mandado un montón de mensajes y no has dicho nada. Luego ya no lo intente más.
- Sí? a mi no me ha llegado nada, cuando?
- Ni idea, es igual.
- Me paso a las 9 por tu casa?
- Si, como quieras, pero no vengas a las 12
- Vale. Llevo unas birritas.
- No traigas nada que aquí hay
- Bueno llevo un par de Estrella Galicia que se dejaron la Montse y el otro y a mí no me gusta.
- ¿Montse se ha venido a Madrid?
- No que va, vino a ver a Rober, sigue en la nave del Poble Nou con los demás.
- Y con Marc que paso?
- Nada eso no va a ningún lado nos vemos bastante pero nada. Amigos. Tus compis están hoy?
- No, Gaby en Ponferrada y July con el novio
- De puta madre, me gusta, los dos solitos. Esta vez no te me escapas.
- ¿Escaparme yo? ¿O hablas de una persona llamada Elena?.
- No seas malo, que estaba depre por lo de Santi
- Ya, ya, al menos esta vez avísame si no vas a venir
-Sí, no seas rencoroso, a las 9 en punto estoy en tu casa.
- No vengas muy tarde, besitos.
-Beso

Bueno ahora si voy a tener que arreglar el piso un poco y las sábanas que dan asco. Son las 6 apenas. Me sobra tiempo. Primero me ducho así me despejo y puedo encarar mejor la limpieza. No, mejor primero limpio, que voy a transpirar y a llenarme de mierda y luego una ducha. ¿O hago la compra primero?

Ocho y media. Todo en orden ya. Me dejo caer en el sofá. Abro una cerveza y bebo un trago. 17 de abril. El primer día que vi a Elena. Hace casi 2 años. Yo volvía a casa, miércoles por la tarde noche. Ella iba caminando delante de mi indecisa, mirando los número de los portales. ¿Perdona la calle Libertat? preguntó cuando pasé junto a ella. Tienes que seguir recto por esta misma unas 7 calles, yo voy más o menos hacia allí. Y seguimos caminando aparentemente juntos, sin hablar. Le pregunté de donde era, tenía un leve acento que no lograba identificar. Ella me miró como si pensara la pregunta. No soy española. ¿Y tu vives por aquí?, preguntó mirando hacia el bar de la esquina de mi calle, que se acercaba hacia nosotros por la izquierda. Vivo al final e esta calle. Ella volvió a mirar hacia le puerta del bar. ¿Quieres tomar algo? Le pregunté. Hizo una mueca como si le diera igual y se metió dentro. No pusieron dos copas bien servidas de Brugal y Coca Cola. Con esto y la oscuridad de nuestro rincón, el miércoles tarde se convirtió en sábado madrugada. En nada llegamos a mi cama, a tientas, sin luces. No sé cuánto tiempo estuvimos enredados pero me costó seguirle el ritmo y más aún simular una suficiencia que no tenía ante el catalogo sexual que aquella niña desplegaba con tal naturalidad.
Nunca he estado con alguien como tú. Dijo ella, y parecía un cumplido. Otras veces me lo habían dicho, pero esa, fue la única vez que yo era quien quería decirlo a gritos.
A las 3 de la mañana la acompañe a buscar un taxi y volvimos a hacerlo en un portal, esta vez se desnudó completamente.
Me quede con la mano levantada mientras el taxi se alejaba.
Y esa noche permaneció intacta para mí, a pesar que en estos dos años, apenas hubieron más noches, y las que hubo mejor no recordarlas. Hubo más disculpas que noches buenas. Lo siento, al final no m pud scapar. Sta noche he quedado. Este finde no. Lo siento, perdí el último tren, ya otro día. Lo siento. No puedo. Lo siento. No.

Nueve menos cinco. Cojo el tabaco y salgo al balcón. Hace calor. Miro la gente que camina por la plaza mientras doy la primera calada. La gente desde lejos parce feliz. Tal vez desde lejos todos somos felices. La gente cuando me ve seguro que me envidia y algunos hasta quisieran ser como yo. Si supieran lo que hay. Me sonrío y doy otra calada. Mañana empiezo a buscar piso. Le preguntaré a Sonia, que ella siempre está buscando piso para todos. Un nuevo piso, eso es lo que me hace falta.

Doy una calada corta y apago el cigarrillo sin terminarlo. Voy a mi habitación me quito la camiseta y la tiro sobre la cama, busco entre las camisas y escojo una blanca. Me miro al espejo y me gusta. Vaquero y camisa blanca un clásico que siempre funciona. Cojo la chaqueta y salgo hacia la calle.

Nueve y veinticinco, camino hacia el Rías intentando no pensar en nada, solo disfrutando del calor suave de la noche y de las chicas que, por fin, empiezan a lucir la primavera. Vibra el móvil y no le hago caso. Ya casi estoy en el Rías.
[1 mensaje nuevo]
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De:[aa Elena] 21:27
Loqui, llegare un poco tarde Viene Marc.
No t imprta? Dime algo porfa.
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