26 mayo 2014

Hermanos

Han pasado seis meses y aun nadie lo puede creer. Y no es que en el barrio no estemos acostumbrados a los malos ratos y a miserias por todos los rincones. Pero a mí al menos nunca se me había pasado por la cabeza que pasara algo así. Y menos con los hermanos Castro.

Los hermanos Castro no eran lo mejor del barrio, ni mucho menos, pero a mí me caían bien. Crecimos juntos, su casa y la mía estaban pegadas y en cierta medida también nuestras vidas. En el barrio no tenían, todo hay que decirlo, una muy buena imagen. La gente se deja llevar por cotilleos y se exageran historias que ni vienen a cuento. Y mucha gente ciertamente los odiaba y muchos, estoy seguro, se habrán alegrado al saber la noticia. Putos imbéciles, gente ignorante que habla por hablar. Los listillos de siempre, codo en la barra, que lo saben todo y que se gastan algún chiste negro a costa de la desgracia ajena. A mí no me gusta entrar en polémicas y menos en el bar, así que si algo no me gusta,  me muerdo la lengua, me termino mi cerveza y me piro. Pero con lo de los Castro  fue diferente. No me aguanté ni una y mandé a la mierda a más de un mascachicle de taburete. Y mira que yo no soy violento, pero hay límites. Y una noche no me acuerdo exactamente lo que dijo un gilipollas pero le metí un par de hostias a ese hijo de puta que ya no se ríe más de nadie.

20 mayo 2014

Sandwich


Las siete y media.
Despertador y ducha
Un café que quema y tostada sin mantequilla
Camino eterno de luces rojas de atasco y móvil.
Espejo retrovisor y pintalabios rojo de rubia incolora.
Parking de hábito gris casi negro.
Ascensor y siete plantas de minutos perdidos.
Reunión de seguimiento del procedimiento de informes del procedimiento de seguimiento.
Perdón y aguantar el aire espeso de miradas. Setenta y ocho minutos de ideas revenidas.