–¿Y por qué esperaste a que yo no estuviera en Madrid? –preguntó Eva.
–No esperé nada. El sábado pasó Ana por mi piso y se lo conté. –Contestó Ainhoa.
–A veces parece que sólo Ana fuera tu madre…
–Mamá, no dramatices.
–No, no dramatizo. Siempre has tenido mejor relación con Ana...
–Sabes que no es así. Sois mis dos mamis guapas y las quiero mucho a las dos. –Dijo Ainhoa y abrazó fuerte a su madre.
–¿Y desde cuando te han empezado a gustar los chicos? –Eva encendió un cigarro y se sentó en el sofá